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El mensaje comienza a continuación:
El primer mensaje responde a lo que es una singularidad.
Es un hecho que algo crea todo lo que vemos a nuestro alrededor y la mayor parte de lo que se puede imaginar.
Las personas de tendencia religiosa atribuyen todo a un ser misterioso llamado Dios y lo dejan así.
Otros, de carácter más científico, intentan comprender la naturaleza de la vida midiendo y analizando plantas, animales y seres humanos. Cuando chocan con hechos que no pueden comprender o medir, tienden a apartarse e ignorar el problema.
De forma ligeramente diferente, algunos matemáticos intentan analizar, matemáticamente, la forma en que se construye la vida y anuncian con orgullo el descubrimiento de diferentes dimensiones teóricas representadas por fórmulas trazadas en una pizarra.
Ninguna de estas acciones descubrirá la realidad de la vida porque ninguna de ellas está mirando en la dirección correcta.
Dios, el creador de todo lo que es, no se encuentra en un teorema, ni bajo un microscopio, ni tampoco leyendo un libro sagrado.
La verdad simple es reconocer que todo es uno y que nosotros somos parte y total de esa unicidad y llamamos a esa unicidad Dios.
Es más, esa unicidad no es una fuerza física. Es una fuerza espiritual de inmenso alcance y poder, capaz de aparecer en varias dimensiones simultáneamente.
Por tanto, esta fuerza de Dios puede aparecer en todas partes a la vez, asumiendo cualquier forma que elija, desde el objeto más pequeño imaginable hasta la mayor galaxia imaginable.
Esta fuerza es capaz de hacer esto en lo que parece ser el reino físico y a través de todos los diversos niveles de la realidad, conocidos como dimensiones, simultáneamente.
Cómo se puede lograr una hazaña tan increíble?
Para entenderlo será necesario que entremos en el terreno de la imaginación.
La imaginación es considerada por la mayoría de la gente como una ilusión. Se piensa que es una forma infantil de ver la vida, que no tiene nada que ver con la realidad y que, por tanto, no merece un estudio serio.
De hecho, la imaginación forma parte de la constitución espiritual del hombre y es, en gran parte, responsable por el mundo que nos rodea a todos, tanto en un sentido físico como en las dimensiones espirituales.
Se ha dicho que los pensamientos son cosas: es cierto.
Los pensamientos crean nuestra realidad, tanto los pensamientos rígidos y limitados de las religiones tradicionales y la ciencia como los vibrantes destellos de genialidad que un número limitado de personas son capaces de crear.
Los pensamientos pueden estar íntimamente ligados a la imaginación y pueden combinarse para que, en lugar de que los pensamientos provengan de la mente del individuo, provengan de la imaginación de la persona.
La imaginación está íntimamente conectada a la mente superior y la imaginación puede estar vinculada a la mente superior hasta que las dos -la imaginación y la mente superior- puedan trabajar juntas, mano a mano.
Entonces el individuo, bendecido con este poder creativo, será, de hecho, dueño de todo lo que observa, porque será su mente superior la que creará su realidad y ayudará a influir en la creación de toda la realidad, ya que todos son uno y una mente superior liberada en la realidad por una imaginación poderosa es capaz de cambiar el destino de todos.
Si observamos el efecto global que los grandes maestros: Jesús, Buda, y varios otros, han tenido en influenciar el mundo a lo largo de considerables períodos de tiempo, podemos ver el poder de una imaginación entrenada, trabajando en conjunto con su mente superior, que ha tenido en educar al mundo a vivir en paz juntos.
Finalmente, podemos ver cómo el efecto de la gente malvada, utilizando el mismo proceso, ha causado un gran daño y malestar en el mundo.
Siempre debemos darnos cuenta de que estas dos fuerzas se oponen constantemente en el esfuerzo por lograr su objetivo.
El bien y el mal son aspectos de la misma fuerza -la mente superior y la imaginación- que influyen en los eventos del mundo. La fuente es la misma fuerza singular, pero los resultados son totalmente opuestos.
Cómo es que esta fuerza única, la fuerza de Dios, puede ser polos opuestos?
El estudio de esto nos llevará a otro nivel de la fuerza espiritual que llamamos “voluntad”.
La voluntad es la imaginación llevada a la acción.
La imaginación, todo el tiempo que permanece en la mente es sólo una fuerza teórica. Sin embargo, cuando se pasa a un aspecto de la personalidad que llamamos “voluntad”, entonces tiene la oportunidad de tomar forma física.
Esta forma física puede estar en el reino físico de la Tierra o puede ocurrir en los reinos astrales porque tienen una realidad física en sus planos particulares.
Así que la imaginación, trabajando en conjunto con la mente superior, forma ideas, algunas de las cuales se pasan a la voluntad para que haya un efecto físico.
Así que el efecto físico de estas tres cosas: el yo superior, la imaginación y la voluntad, puede tener y tiene un enorme impacto tanto en la realidad física como en la astral.
La guerra entre el bien y el mal está en marcha!
Esta guerra, esta batalla entre el bien y el mal, nunca se perderá porque los malvados, que intentan crear el caos, son relativamente pocos comparados con el gran número de fuerzas angélicas, que tienen su yo superior, su imaginación y su voluntad altamente desarrolladas. Esta energía positiva, que se vierte en los reinos astrales, tarda en llegar a la realidad física, por lo que los malvados, que operan directamente en el plano físico, parecen tener vía libre, pero tengan la seguridad de que, a medida que la energía positiva llegue al plano físico, anulará las fuerzas negativas y la paz llegará a la Tierra.
Así que volvamos a cómo todo esto afecta a las personas encarnadas en este momento.
Hemos mencionado la imaginación, el yo superior y la voluntad. También hemos hablado anteriormente de que todos creamos nuestra propia realidad.
También hemos mencionado a Dios.
Ha llegado el momento de intentar unir estos elementos aparentemente dispares para intentar aclarar cómo se construye nuestra realidad.
Hemos mencionado que la fuerza que llamamos Dios es una fuerza invisible y espiritual. Dios es la fuerza que ha creado la vida, pero sólo ha creado una vida.
Todo lo que ha existido, existe y existirá en todas las diversas dimensiones de la realidad es creado por esta única fuerza espiritual que llamamos Dios.
Siendo así, esta fuerza única es totalmente neutral, sin ningún conocimiento, objetivo o ambición.
Es sólo una fuerza que siempre ha existido y siempre existirá y está viva. Es lo único que está vivo en todo el multiverso.
Pero, a lo largo de incontables miles de millones de años, medidos en tiempo terrestre, esta fuerza que llamamos Dios, de una forma que ni siquiera los más entendidos comprenden plenamente, se produjo un cambio y esta fuerza vital fue dotada de autoconciencia.
De dónde vino este efecto no se sabe. Aceptamos que se produjo y, a través de esta autoconciencia, toda la vida tal y como la vemos ahora fue creada.
Debemos tener siempre presente que esta fuerza vital es una fuerza única.
Miramos alrededor del planeta Tierra con su miríada de criaturas diferentes, con todas las rocas y piedras, las plantas, el propio planeta Tierra y todos los planetas del universo, incluyendo todas las entidades en diferentes dimensiones, y la totalidad es esta fuerza única.
Por eso el universo se llama así. Él y todas las entidades asociadas a él son uno.
Pero ahora debemos considerar por qué parece haber tantos elementos separados y dispares en la realidad.
Si todo es uno, parecería lógico que todo fuera un solo objeto enorme: planetas, plantas, personas y animales serían una sola masa, pero, claramente, no es así.
Es evidente a simple vista que cada uno de los objetos, desde un grano de arena hasta el propio universo, está formado por innumerables elementos separados.
Debemos buscar la causa de esta dicotomía.
La búsqueda nos llevará a otra área llamada conciencia.
Todo en el universo está vivo y es consciente. Todo tiene un sentido de autoconciencia y todo está luchando por separarse de la única fuerza de Dios, mientras se esfuerza por progresar a través del laberinto de formas de pensamiento que se arremolinan en los reinos etérico y astral, para lograr su identidad única.
Por qué la vida debe esforzarse por hacer esto?
Una vez más, todos y cada uno de los objetos tienen una mente superior -que es la propia fuerza de Dios-, pero cada objeto siente la necesidad de tener un aspecto personal de Dios, para darse cuenta de que es Dios mismo.
Este acto aparentemente egoísta es, en realidad, parte de la propia fuerza de Dios que impulsa a toda la vida a cumplir su objetivo, que es darse cuenta de que es Dios.
Así que todo se esfuerza por convertirse en el aspecto único de Dios, excluyendo todas las demás formas de vida que se esfuerzan por hacer lo mismo.
Así que, en su afán por lograr este objetivo, utiliza las herramientas que tiene a su disposición para hacerlo realidad.
Las herramientas que todo tiene a su disposición son el yo superior, la imaginación y la voluntad.
Siendo así, cada objeto, cualquiera que sea su forma, cualquiera que sea la dimensión en la que vive, está haciendo todo lo que puede para ser la única representación de Dios.
Por lo tanto, la mente superior, utilizando la imaginación y la voluntad, crea una realidad que considera la mejor representación de la fuerza de Dios que puede.
Mientras que cada entidad, desde la más pequeña hasta la más grande, se da cuenta de que también existen otras entidades, su voluntad, su ego, la impulsa a ser la única poseedora de la fuerza de Dios.
Ahora, una vez que se comprendió que este impulso egocéntrico estaba ocurriendo, un grupo de seres Arcangélicos fueron encargados de ayudar a toda la vida en este impulso.
Llamamos a los seres Arcangélicos los Directores de la Vida.
Se explicó en mensajes anteriores que los Directores de la Vida controlaban una singularidad, una partícula de materia que ayudaba a crear la realidad de las personas.
Aunque, en principio, esto es así, no es exactamente cierto porque esta partícula es la fuerza de Dios que no es física. Una fuerza física fue descrita para ilustrar el punto que se estaba haciendo.
Ahora es el momento de ser más explícito. Esta partícula es en realidad la fuerza de Dios.
Sin embargo, esta partícula no desempeña un papel activo en la construcción de la realidad, como se ha explicado.
Es cierto que la fuerza de Dios es el yo superior de todos -toda la vida, no sólo los seres humanos-, pero no es cierto que se dedique a crear la ilusión de toda la vida.
Una vez más, esto se utilizó para demostrar un concepto de forma fácil de entender.
Anteriormente se mencionó la conciencia.
La conciencia trabaja en conjunto con el yo superior y la imaginación.
En nuestra tarea de realizar la autoconciencia, nuestra unicidad con Dios, utilizamos nuestra mente superior, nuestra imaginación, nuestra voluntad y nuestra conciencia para crear un mundo único en el que vivimos.
Cada persona crea su propia realidad única, como se ha explicado en pláticas anteriores.
Ahora debemos abordar cuál es la partícula que relampaguea al crear nuestra realidad?
Simplemente es nuestra conciencia. Por lo tanto, la conciencia es la vida y la vida es Dios.
Como todos tenemos conciencia, es la conciencia de cada objeto la que crea su realidad sin importar lo que sea, desde un grano de arena hasta una galaxia.
Se considera que el hombre es la más consciente de las creaciones de Dios -sea cual sea la dimensión en la que vive-, por lo que los Directores de la Vida dedican gran parte de su atención a ayudar al hombre a crear su realidad.
Muchas personas se han dado cuenta ahora de que la creación de la realidad es de hecho una ilusión.
Esta afirmación es a la vez verdadera y falsa. Es cierto que, dado que cada uno crea su propia realidad, ésta debe ser una forma de ilusión pero, al mismo tiempo, para la persona que ha creado esta realidad, ésta parece real.
Sin embargo, a medida que avanzamos en el camino de la comprensión de lo que es la realidad, empezamos a darnos cuenta de que, de hecho, estamos creando una realidad que nos sirve en ese momento y para ese momento, pero que la realidad cambia constantemente a medida que se altera nuestra conciencia de lo que es y lo que no es.
Así que nos damos cuenta de que todo es real en el momento en que lo experimentamos, pero no es la realidad total.
De hecho, no hay realidad hasta ese lejano día en que nos reintegramos a la Divinidad.
Todo lo demás es una herramienta momentánea, una experiencia momentánea que creamos en este intento un poco desesperado de captar a Dios.
Así que debemos hacer lo posible para darnos cuenta de que vivimos al menos en dos mundos.
Está el mundo de la realidad momentánea que creamos y luego debemos ser conscientes de que, al progresar de esa realidad a otra diferente, que la realidad pasada era, de hecho, sólo una ilusión que nuestros diversos elementos crearon para ayudarnos a lidiar con ese momento.
Luego creamos una nueva realidad y la captamos también antes de que desaparezca para ser sustituida por otro momento temporal de realidad creada.
Esto continúa casi eternamente, desde que nuestra encarnación termina aquí en la Tierra hasta que, como se mencionó, nos reincorporamos a la fuerza de Dios de la que venimos.
Sin embargo, nada se desperdicia. Todas esas realidades temporales que fueron y vinieron son utilizadas para alimentar la fuerza de Dios, que es nuestro ser superior, y toda la vida se beneficia de las experiencias.
Esto es parte de la naturaleza de la creación, la interacción divina de fuerzas como un océano, las olas subiendo y bajando mientras cada ola de la creación que parece tan real, se estrella en la playa para ser reemplazada por otra que le sigue de cerca.
Al igual que las olas de un océano se crean y se destruyen sin fin, nuestras realidades van y vienen, una tras otra, llevándonos a la perfección a través de la imaginación.
La realidad finalmente sustituye a la imaginación.
La segunda es sobre los universos paralelos.
Es un hecho que toda la vida avanza hacia la perfección. Esa es la naturaleza de la vida. Nada permanece estacionario, por lo que la vida está en perpetuo movimiento, ya sea avanzando hacia el crecimiento o retrocediendo hacia la eliminación.
Los seres Arcangélicos, los directores de la vida que controlan la vida, hacen todo lo posible para propulsar la vida hacia la perfección, porque un descuido momentáneo de su parte permitiría que los elementos que también impulsan la vida hacia la corrupción la entrada a esa vida y una forma de enfermedad se introduciría que causaría la extinción de esa vida.
Como los directores de la vida, que intentan impulsar la vida hacia la perfección, no pueden lograr este fin sin ayuda, se creó un plan para ayudarlos.
A este plan lo llamamos universos paralelos.
Este término no es exactamente correcto ya que los universos no existen realmente. No hay universos. No hay nada, más allá de la fuerza vital que tienen todas las cosas, que les permita existir.
Toda la vida es una, así que todas las formas de vida diferentes son una fuerza vital única.
Igualmente, como los universos no existen, no puede haber universos infinitos a los que la vida pueda trasladarse.
No puede haber infinitos planos de existencia a los que la vida pueda viajar.
Sólo hay una vida, por lo tanto, sólo hay un nivel de vida.
Todo lo demás es una ilusión.
Sin embargo, se puede hacer que esta ilusión parezca real para permitir que la vida evolucione hacia la perfección.
Por ello, los directores de la vida han creado una serie de planos de existencia ilusorios y una serie de acontecimientos que ayudan a la vida en su recorrido por el camino hacia Dios.
Así es como tenemos el concepto de cielo e infierno, de planos y dimensiones que la gente ha estudiado a lo largo de los años en un intento de cuantificar la vida.
Entre estas diferentes realidades artificiales, la gente ha creado el concepto de universos paralelos.
Los universos paralelos se han descrito como zonas alternativas del tiempo y el espacio a las que las personas pueden trasladarse como si lo hicieran a un sinfín de habitaciones de un palacio, cada una de ellas decorada de forma diferente y con una serie de actores presentando distintas obras.
De este modo, si la gente se desplaza a estas diferentes salas, pueden ver las obras que se presentan en los cuartos o teatros.
Sin embargo, las obras de teatro son obras de ficción y, una vez terminada la obra, tanto los actores como los espectadores abandonarían ese lugar y quedaría vacío hasta que se realizara allí otra obra de ficción.
De la misma manera, la gente siente la necesidad de explorar estas salas y observar la obra que se realiza.
Una vez terminada la presentación, el espectador, que estaba observando la obra, tendría la opción de permanecer en una sala vacía o trasladarse a otra sala y ver otra representación.
Estas salas, estos teatros, continuarían sin cesar, presentando una variedad incesante de obras, cada una ligeramente diferente de la anterior.
Estas salas se llaman universos, pero todo lo que son, son áreas de la vida en las que los actores están presentando la ficción como un hecho. El cambio de escenario, el ir y venir de los actores, cada uno interpretando su papel tan bien que el observador, (usted, miembro del público), se vería inmerso en la representación y se lo creería, riendo y llorando mientras los actores actúan hasta que, al final, se cierra el telón y esa obra cesa.
Sin embargo, es ficción, tan bien presentada que la aceptamos como real.
La vida artificial presentada como realidad.
Ahora, debemos intentar traspasar esta ilusión, retirarnos de la obra de teatro y tratar de encontrar la única habitación donde no hay obras de ficción y se encuentra la realidad.
Esta habitación se encuentra dentro de nuestro corazón, dentro de nuestra alma. Los actores no pueden entrar en esas zonas. La única persona a la que se le permite entrar en el corazón es ese ser que llamamos nuestro yo superior.
Nuestro yo superior no puede ser atrapado en las ilusiones de las representaciones teatrales. No tiene necesidad de ser entretenido, de ser distraído por eventos ilusorios.
El yo superior busca una cosa: la verdad.
Por lo tanto, el yo superior no se encuentra en un teatro. Permanece en el mundo real y no desea distraerse con representaciones teatrales, por muy reales que parezcan.
Así que, volviendo al concepto de realidades alternativas, universos paralelos. Están mal denominados. Sería mejor llamarlos “falsedades alternativas”.
La verdad del asunto es ésta. Nosotros creamos estas salas, estos teatros, estas realidades alternativas con nuestra mente, buscando la distracción de la obra que estamos observando actualmente.
Por lo tanto, si nuestra mente sigue ese camino, se moverá de una habitación a otra buscando una obra más entretenida para ver.
Será una batalla perdida. Todas las obras que vea, al pasar de una sala a otra, de una realidad a otra, acabarán por decepcionarle, ya que se verá que son casi idénticas a la anterior que el espectador acababa de dejar y que le había parecido insatisfactoria.
Entonces, cuál es la respuesta a este dilema? Cómo podemos encontrar una obra que nos satisfaga?
No lo hacemos!
La respuesta es dirigirse hacia el interior y dejar que nuestro corazón revele la verdad que se esconde en él.
Entonces, y sólo entonces, encontraremos una representación que satisfaga el anhelo del alma porque no estaremos viendo una representación de la vida, una obra de teatro, estaremos viendo la vida misma.
Estaremos viendo la verdad que Dios creó para nuestro deleite, no una representación artificial de lo que nuestra mente piensa que podría ser la verdad de Dios.
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